
¿Hablas amablemente contigo mismo? Cuando comete un error, ¿limpia suavemente el desorden, cierra los ojos, respira hondo y perdona? Cuando te caes, ¿cepillas el polvo y susurras palabras de aliento hasta que te levantas de nuevo? ¿Dejas ir lo que has hecho y te enfocas en dónde vas? ¿Te abrazas y te aprietas?
Tu le ensenas a la gente como tratarte.
Les enseñas en la forma en que te ríes de tus propios chistes, en la forma en que sonríes a tu reflejo, en la forma en que pides tu elemento de menú favorito sin una segunda mirada. Les enseñas en la forma en que corres, en la forma en que tu cuerpo se mueve, en la forma en que empujas y te fortaleces con cada paso.
Les enseñas en la forma en que continuamente preguntas, en la forma en que nunca dudas de lo que sientes en tu corazón, en la forma en que persigues los sueños, incluso si el resto del mundo se muestra escéptico.
Enseñas a las personas cómo hablar contigo con ternura, cómo ser paciente y amable, cómo perdonar, alentar, escuchar y confiar.
Les enseñas cómo esperarte, cómo dejarte decir lo que piensas, cómo tomar tu mano y besar tus labios y acercarte cuando estás temblando. Les enseñas en la forma en que envuelves las rodillas contra el pecho cuando tienes miedo, en la forma en que te frotas suavemente las mejillas, en la forma en que te enjabonas la piel y vendas tus cortes y alisas cuidadosamente cada mancha con amor, no odio
No te conformas con la ira, la amargura, las voces que te silencian sin dejarte hablar. No permites que la negatividad cambie tu autoimagen o que las relaciones formen tu autodefinición. No eliges cada error o falla, deseando alterar quién eres y siempre has sido.
En la forma en que te preocupas por ti mismo, aprecia tu ser imperfecto y hermoso, así es como le enseñas a las personas cómo tratarte.
Entonces, cuando caes en una discusión con alguien que amas, cuando tu terreno se ve sacudido, cuando la vida se vuelve difícil, la gente sabe que deben respetarte como tú te respetas a ti mismo. Deben ser amables contigo, como lo eres con tu propio corazón. Deben valorarte, ya que valoras tus pensamientos y tu ser. Deberían amarte, ya que te has enamorado total y completamente de ti mismo, a pesar de las imperfecciones, los fracasos y las piezas tuyas que todavía están trabajando para convertirte en lo que debes ser.
En la forma en que te hablas a ti mismo, escucha a tu corazón, alienta, empuja, fortalece y crece: así es como le enseñas a otros a tratarte. Con Respeto. Con tenacidad.